Un jefe que lo sabe todo

Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque A Cristo el Señor servís.

Colosenses 3:23-24

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Alejandro Magno, antiguo rey de Macedonia, fundó el inmenso imperio griego que se extendía hasta la India. Era un jefe militar especialmente amado por sus soldados. Pudo obtener sacrificios extraordinarios de parte de ellos, pues permanecía cerca de su ejército aun en los más mortíferos combates. Por la historia se sabe que el más modesto de sus soldados estaba seguro de que Alejandro podía verlo en el combate y esta certeza le daba aliento.

El cristiano tiene cerca de sí a alguien mucho más grande que Alejandro. Es Jesús mismo, quien murió en la cruz para que creyendo en él fuésemos salvos.

En Juan 1:45-50 leemos la historia de Natanael. Felipe le anunció que había hallado al Mesías: Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael preguntó: -¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le contestó: -Ven y ve. Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: -He aquí un verdadero israelita, un  hombre realmente sincero. Extrañado, Natanael repuso: -¿De dónde me conoces? Jesús le respondió: -Antes que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, te vi. Entonces Natanael exclamó: -Maestro, tú eres el Hijo de Dios… Jesús le respondió: -¿Por qué te dije que te había visto bajo la higuera, crees? ¡Cosas mayores que éstas verás!

Jesús nos ve a todos, sea cual sea el lugar en donde estemos y conoce toda nuestra historia. ¡Aceptémosle como nuestro Salvador y Señor!

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