En medio de una generación maligna y perversa…resplandecéis como luminares en el mundo, asidos de la palabra de vida.
Filipenses 2:15-16
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:16
Cuando Dios creó el mundo, colocó los astros en el cielo “para alumbrar sobre la tierra” (Génesis 1:15). Hoy en día él coloca a los cristianos como lámparas en medio de las tinieblas morales del mundo.
En primer lugar una estrella es un objeto celestial. Los creyentes recibieron un llamado celestial y su ciudadanía es celestial (Filipenses 3:14-20). Su presencia en el mundo debería incitar a sus contemporáneos a levantar los ojos hacia el gran Dios de los cielos, sabio y poderoso, de quien dependen las leyes que rigen el equilibrio del universo… y al mismo tiempo pesa todas las acciones de los hombres.
En la noche de este mundo cada creyente recibió un lugar y un resplandor particular: “Una estrella es diferente de otra en gloria” (1 Corintios 15:41). Dios dio a cada uno determinadas capacidades. ¡A nosotros nos corresponde ponerlas a su servicio!
Las estrellas son guías para el navegante durante la noche. Si estamos en nuestro debido lugar, cumpliendo con la misión que el Señor nos ha confiado, mostramos la buena dirección a los que nos observan. Por medio de su número, las estrellas recuerdan al cristiano que no está solo. Esto nos coloca en nuestro modesto lugar y nos conduce a orar por todos los que el Señor rescató.