Enséñame, oh Señor, tu camino, y guíame.
Salmo 27:11
El principio de la sabiduría es el temor del Señor.
Proverbios 1:7
Era invierno, la región estaba cubierta por una densa niebla. El avión no podía aterrizar en el aeropuerto de la pequeña ciudad, pues dicho aeropuerto no estaba equipado para aterrizajes sin visibilidad; por eso fue desviado hacia la metrópoli regional. Allí la niebla era igualmente densa, pero la torre de control tenía los medios técnicos para guiar el avión hasta la pista. Al acercarse, el piloto confió plenamente en las indicaciones del controlador aéreo y se dejó dirigir por las informaciones del sistema de navegación. Finalmente aparecieron las dos hileras de luces anaranjadas y el aterrizaje se hizo suavemente.
Cada uno de nosotros debe conducir su vida a través de una especie de niebla impenetrable. No sabemos dirigirnos por nosotros mismos, pero el divino Controlador sabe “que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23). Por eso él mismo quiere guiarle y llevarlo a buen puerto.
¡Qué locura sería no escucharlo o descuidar sus advertencias! Sería peligroso discutirlas antes que aplicarlas.
Aquel que cree en Dios se deja dirigir por sus instrucciones, las cuales se hallan en la Biblia, su Palabra revelada a la humanidad. Ésta le enseña cómo no perder eternamente su alma. En primer lugar ella le dice: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).
Dios lo previó todo para la salvación del hombre. Basta confiar en él, basta aceptar al Señor Jesús como Salvador personal.